domingo, 24 de noviembre de 2013

El (gran) maestro Fabregat

A veces cuesta elegir. Elegir entre un elenco de personajes con larga trayectoria vital y un vasto curriculum que dedicaron sus trabajos en pro del progreso de la provincia de Teruel en cualquiera de sus vertientes (cultural, social, económica…). En algunos casos se trata de turolenses, que aunque no nacieron en esta tierra, adquirieron notoriedad y proyección nacional e incluso más allá de nuestras fronteras a los que prácticamente no es preciso valorar ni “medir” los méritos que acumularon porque son obvios.


El caso que nos ocupa hoy es el de Vicente Fabregat Boix, una figura de ámbito local y sin embargo, ha sido muy fácil optar por él como primer protagonista de esta sección pese a no haber nacido en esta tierra ni, por tanto, llevar “ilustres” apellidos turolenses sino valencianos, probablemente de Castellón, aunque no disponemos de la certeza absoluta

Ello se ha debido a varias razones: Fabregat fue una persona modesta y humilde, un valor que no está en boga en esta sociedad en la que la vanidad y la banalidad son predominantes y como tal murió en la más absoluta pobreza pero, lo más importante, es que estuvo vinculado “al progreso y a la cultura” del pueblo turolense casi dos décadas ya que alfabetizó musicalmente a cientos de turolenses.

Una muestra de este desprendimiento de “lo material”, de esta sencillez es la siguiente anécdota. En agosto de 1924, en un pleno del Ayuntamiento de Teruel, “se reparó, si no en el presupuesto, por lo menos en el sentir de los concejales, en una injusticia: el sueldo del maestro de la banda y gratificación no había sido abonada en los dos años anteriores…”. Este personaje sorprendente que no había cobrado las 3.000 pesetas de salario y las 500 de propina, no era otro que Fabregat que subsistía a duras penas llevando una vida franciscana. Tal es así que el Ayuntamiento, después de su muerte, sufragó los gastos del funeral, le concedió el nicho y los alumnos costearon la placa que hoy figura en el cementerio en la que se colocó un relieve con una lira en alusión a su dedicación musical y que podría ser restaurada por su mal estado.

El músico Fabregat, proveniente de Castellón y anteriormente de Logroño, toma posesión de la banda de Teruel tras haber ganado un concurso que muchos consideraron como “neutral” y “limpio”, el día 19 de junio de 1912 y falleció el último día del año de 1930, esto es, permaneció al frente de la banda municipal más de dieciocho años, siendo, por tanto su fundador y primer director.

Este maestro de la música, profesor de varias generaciones de jóvenes turolenses, ya había iniciado sus actividades musicales a los 17 años en el regimiento de Bailén como músico de primera y como solista del fiscorno. A partir de aquí, fue seleccionado para formar parte de la banda militar que representó a España en la Exposición de Chicago. Posteriormente, tras su licenciamiento del ejército, se incorporó a las bandas de Huesca y Logroño.

Nada más ocupar el cargo en Teruel, se pusieron manos a la obra tanto el director como “los elementos que se han podido reunir” para poder ofrecer música el día de la Vaquilla y el 3 de julio, fiesta local desde 1875, aunque a finales de junio, de forma realista, se reconocía la dificultad de la empresa al tener que “congregar repentinamente y reunir adecuada proporción de instrumentistas e instrumentos, ya se comprenderá que es difícil”. Hay que pensar que encontrar en esos años un número aceptable de personas que tuvieran conocimientos de solfeo y que además dispusieran de un instrumento musical era una tarea que se presentaba como compleja. Al parecer, Fabregat pudo recurrir a algunos internos de la Casa de Beneficencia que en cierto momento había dispuesto de una pequeña banda de música y salir airoso del asunto.

El 3 de julio de 1912, un suelto publicado en un periódico editado en la capital, presentaba este titular: “¡Ya hay banda¡”. Resulta que dicho día era festivo por conmemorarse el rechazo de los turolenses al ataque que contra la ciudad habían realizado las tropas carlistas dirigidas por el general Marco de Bello y, por primera vez, había sonado en las calles la música de la primera banda municipal bajo la batuta de Fabregat y el empeño del alcalde Dionisio Minguella. Desde la prensa se alababa del “ímprobo trabajo que supone el formar una banda en una ciudad en la que el arte musical no asomaba ni en sus más sencillas manifestaciones; en que muchos elementos que desfilaron por esta institución no sabían lo que significaba “el do” y luego pudieron acreditarse de verdaderos profesores…”.

Si hoy la ciudad de Teruel posee una extraordinaria banda, si la educación musical crece entre la juventud tal como parece, si existe una tradición musical, hay que buscar las raíces en este “apóstol” y “mártir” de la música, tal como le llamó el también músico Ángel Mingote que coincidió con él en Teruel en numerosos actos.

El reconocimiento por parte de los turolenses, aunque bastante tardío, por lo menos le llegó en vida ya que un año antes de su muerte, la asociación de Amigos de la Banda, realizó un acto de homenajesen el que se le entregó una batuta de oro financiada mediante una colecta entre antiguos alumnos que posteriormente fueron profesores.

Transcurridos varios meses desde su muerte, el Consistorio republicano-socialista surgido de las urnas el 12 de abril de 1931 “para honrar la memoria de este preclaro ciudadano”, planteaba, en septiembre de 1931, como había hecho ya con otras calles de la ciudad, el cambio de nombre de la céntrica calle de Santa María seguramente por sus connotaciones religiosas,. Tras una fuerte discusión en la que se manifestaron en contra los cuatro concejales monárquicos, los republicanos cedieron y se llegó al acuerdo de dedicarle “ la primera o una de las calles que se abran al otro lado del viaducto”. Y así fue. Tras la inauguración del gran puente en octubre de 1929 y la urbanización primer Ensanche, en los años treinta del siglo pasado se construyeron edificios como el de Sanidad, la Escuela Normal, la Plaza de Toros, los Jardines Fernando Hué… y las nuevas calles que honrarían a los “padrinos” (Hué y Torán de la Rad) del viaducto viejo junto a la dedicada a Don Vicente Fabregat.

  Publicado en Diario de Teruel el 17 de noviembre de 2013